La mayoría de los profesores
no entiende o no acepta el valor didáctico de los recursos
audiovisuales. Muchos creen que si no están frente a la clase, hablando,
exhibiendo o actuando; el aprendizaje no se realiza. Otros son
refractarios al uso de la imagen, ya que en una u otra forma la
consideran una «degradación» de la dignidad académica, dignidad que en
su punto de vista sólo puede mantenerse por la comunicación oral y la
lectura. Esta actitud es comprensible ya que «uno enseña como fue
enseñado» y los profesores, salvo contadas excepciones, han recibido una
educación basada en el verbalismo durante toda su vida y especialmente
en su preparación profesional o universitaria.
El uso de auxiliares visuales
tuvo sus dificultades en el pasado. Tanto el material como el equipo
debían ser solicitados con mucha anticipación. Las máquinas eran
difíciles de transportar y de operar; era necesario oscurecer totalmente
las aulas etc. Por estas y semejantes razones no valía la pena usar
frecuentemente películas o diapositivas.
El contenido de los
materiales comerciales, frecuentemente dejaba mucho que desear con
relación a las necesidades concretas de los profesores en un determinado
momento o circunstancia. La típica película educativa estaba demasiado
recargada de conceptos. Los alumnos no podían retener tal cantidad de
material ni en los casos en que estaba relacionado con la situación
inmediata. Posiblemente sólo una pequeña parte de la película contenía
el tópico que se estaba estudiando, pero resultaba muy difícil preparar
con anticipación la parte que debía ser usada; y tampoco a esta parte se
la presentaba como el profesor hubiera deseado.
Finalmente, la publicidad
engañosa o demasiado entusiasta y prematura de los materiales
audiovisuales hecha por vendedores y algunos profesores, unida a la
filosofía consumista de nuestra sociedad, sin haber realizado una
cuidadosa evaluación y experimentación, ha producido efectos adversos
para la aceptación y uso posterior de estos recursos.
Para muchos profesores,
desafortunadamente, los materiales audiovisuales han sido auxiliares,
accesorios, para ser usados si sobra tiempo y siempre después de haber
dado la clase verbalista y haber estudiado los libros de texto.
En muchas ocasiones, haciendo
verdad el refrán español de que lo mejor es enemigo de lo bueno, por
utilizar lo mejor, olvidamos lo bueno, es decir, por querer el último
grito tecnológico no usamos didácticamente multitud de posibilidades que
creativamente usadas pueden ser fuente idónea de aprendizaje.
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